Hablaba de cómo cuando uno tiene que estudiar todo lo aburrido toma una dimensión mágica y se torna más divertido, aunque sea acomodar el cuarto doblar la ropa o cualquier otra cosa que en un día normal ni se me ocurre hacer. Pero como no todo es tan alegre, mientras hacemos estas nuevas cosas divertidas se siente una culpa tan grande al saber que, en lugar de hacer eso, tendríamos que estar pegados a los libros.
Es inevitable, pero cuando me siento a hacer lo que me compete, tengo que releer cuatro veces el primer renglón; debe ser porque tengo tanto conocimiento que ya no me entra mas nada en el cerebelo.
Igual todo ésto vale la pena cuando me dan la nota del final de historia y dice 8.25 con rosa.
Si, la Kova corrige con rosa.
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